Decepción

Cuando se acerca el fin de año vemos en las redes sociales más republicaciones de reflexiones, frases e imágenes «bonitas». Que decretemos, que declaremos, que manifestemos, que las metas, que las afirmaciones, que las bendiciones y la prosperidad.

Este fin de año me llamó la atención una situación recurrente en esas frases y reflexiones, palabras más, palabras menos, el mensaje era: no hagas por otros lo que ellos no están dispuestos a hacer por ti.
Fueron varias personas quienes publicaron algo así y, hasta cierto punto, entiendo las razones por las cuales se identificaron con ese principio. Muchas veces yo también he dicho: —no vuelvo a involucrarme, no vuelvo a resolver, no vuelvo a ayudar. Muchas veces me he visto en una relación «dispareja» en la que no he encontrado reciprocidad, me he cansado y he terminado por decir: —ya no más.

Sin embargo, dudo que exista un pasaje bíblico en el que se mencione la reciprocidad. Los proverbios resaltan la lealtad entre amigos y no dicen: «sé un amigo, siempre y cuando el otro también lo sea». Jesús habló de que a pesar de que otros nos ofendan, debemos estar dispuestos a responder con bien, no acorde a la gravedad del daño recibido.

Pablo en su carta a los romanos da cátedra acerca del amor al prójimo: no finjas amar a los demás, ama con un afecto genuino, ayuda a otros, bríndales hospitalidad. Bendice a los que te persiguen. Alégrate con los que se alegran y llora con los que lloran. Vive en armonía con otros, no seas orgulloso. No devuelvas mal por mal, no tomes venganza, no dejes que el mal te venza, al contrario, vence al mal haciendo el bien.

Todo lo anterior es abismalmente contrario a eso de no hacer por otros lo que ellos no están dispuestos a hacer por ti.

Josue Michel en Unsplash

Jesús sabía que nosotros no podíamos hacer por Él lo que Él hizo por nosotros y, aun así, entregó Su vida para salvarnos del pecado, pues nosotros ni en un millón de vidas hubiéramos podido salvarnos a nosotros mismos y corresponder a tanto amor.
Nuestros corazones tienden al egoísmo, nuestra humanidad y pecaminosidad siempre nos llevarán a buscar nuestro propio bien, a protegernos del dolor que otros nos pueden ocasionar. Es fácil considerarnos víctimas cuando nos han traicionado, ignorado, engañado o lastimado, es más fácil encerrarnos en nosotros mismos y endurecer nuestro corazón para «resguardarlo». Pero Jesús también fue traicionado, engañado y abandonado, se quedó solo cuando más apoyo necesitaba, y al llevar sobre Su cuerpo nuestros pecados sufrió la separación de Su Padre. Ningún sufrimiento se compara al que Él decidió vivir en la cruz para que nosotros, que éramos ovejas descarriadas, volviéramos al redil.

Cansa y duele cuando otros no responden de la manera que quisiéramos, pero Jesús no nos llamó a ser recíprocos, nos llamó a amarnos unos a otros como Él nos amó.

Elisabeth Elliot decía que, si no queríamos sufrir, entonces deberíamos tener mucho cuidado de no amar a nada ni a nadie, pero ¡qué miserable y amarga sería la vida si no amáramos ni fuéramos amados! Al amar corremos el riesgo de sufrir, de ser rechazados y contrariados, de sentirnos decepcionados. Llegará el día en que no habrá más lágrimas, ni más dolor, ni más traición, ni más mentira. Mientras tanto, sigamos los pasos de Jesús y estemos dispuestos a caminar la segunda milla y a poner la otra mejilla.

About Karen

Siempre lo soñé y llegado el momento, Dios hizo realidad mi sueño. Tener un hogar, formar una familia y en medio de lo cotidiano: las risas, las lágrimas, los sabores y los sinsabores, aprender los detalles de Su palabra y servirle. Ama de casa empedernida, esposa amada y amante, madre orgullosa y feliz. Me encanta la repostería, soy lectora voraz y escribir es mi catarsis.
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